martes, 14 de junio de 2011

La crisis política cambiará este “sistema democrático”, pero también el deporte. (así sea)

El “infierno político”, que está viviendo este país, nos da la fe y la esperanza para predecir que es cuestión de tiempo, para que también el gobierno y los dirigentes deportivos, cambien su visión hacia este tema y se convenzan del alivio espiritual y de la fortaleza que da el deporte a los niños y jóvenes, para vivir en medio del temor, del hambre, de la delincuencia y la muerte que los está liquidando.


Los cambios que dejará esta revolución política, también incidirán en el deporte, porque provocará el nacimiento de una nueva generación de políticos y dirigentes deportivos, que nos lleven a la verdadera democracia que todos queremos, donde el deporte también sea importante, incluyente y democrático.

Al igual que en el deporte, en la política nacional, hay sectores partidaristas que se han adueñado del “sistema democrático”, que supuestamente nos debería de pertenecer a todos, porque es completamente falso que la sociedad en general tenga representación en dichos sectores políticos, que creen que tienen derecho a pensar y decidir por todos, aunque sus pequeños grupos de poder también se llamen pueblo salvadoreño.

Una cosa es votar por un partido y otra muy diferente es ser parte de sus mandos de decisión. Lo mismo sucede en el deporte, porque la afición nunca participa en los grupitos que manejan las federaciones o ligas.

Esta transformación del estado de derecho que estamos viviendo, comenzó con la independencia de 4 magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que se salieron de la historia que ha marcado la existencia de esta “suprema corte”, por lo que será esta misma historia la que juzgará a estos maestros del derecho, que a lo mejor han tenido que apoyarse más en la justicia que en la propia ley, para corregir tanta ilegalidad.

Al final tendremos enormes frutos de esta crisis, que quitará esa aureola de omnipotencia con que se rodean estas estructuras partidarias, lo cual provocará un cambio en la forma de como se debe vivir en verdaderos sistemas democráticos.

Si el intocable sistema de poderes que gobierna este país, supuestamente democrático, pero donde los que menos participan son las personas comunes y corrientes, está siendo obligado a cambiar, porque no ha de hacerlo también el estado anacrónico con que se maneja el deporte en este país.

“Es una locura hablar de deporte en medio de temas tan trascendentales para la vida nacional”, me dijo un político, pero por ejemplo, cuando el magistrado de la Corte Suprema, Miguel Angel Cardoza, se siente demasiado estresado por su trabajo, sencillamente juega al fútbol, al igual que como lo hacíamos siendo más jóvenes en el Ministerio de Trabajo.

Por eso, al escribir esta historia, me detuve varias veces a pensar si realmente será cuerdo hablar de deporte, en momentos tan difíciles para nuestra querida Nación.

¿Tendrá sentido el creer que, porque unos cientos de miles de “estudiantes vagos” se distraen de la miseria en que viven, con una simple pelota, los excelentísimos magistrados, diputados y funcionarios, deberían sacrificar su valioso tiempo y detenerse a pensar en estos temas tan triviales y secundarios para nuestra clase política?

Yo sé que muchos funcionarios piensan que es ridículo poner al deporte a la par de los problemas económicos y sociales que tiene el Presidente Funes y pedirle que se dé un tiempo para pensar en una Política Nacional de Deporte, que sea factor de desarrollo económico y social de nuestro pueblo.

Porque la mayoría de gente de gobierno y de empresa privada, cree que el desarrollo deportivo de una nación, es producto y consecuencia de la prosperidad económica y social que se genere en el sector público y empresarial. O sea que para hablar de deporte, recreación y bienestar, primero debemos alcanzar la riqueza o mayores índices de crecimiento.

Sin embargo, lo que las Naciones Unidades (ONU) y los países del primer mundo están diciendo, es que el deporte tiene una enorme incidencia en sectores productivos y es factor de desarrollo económico y agente importante para el logro de objetivos sociales, como la inclusión social, la democratización y la salud de los pueblos.

Pero asimismo, las naciones desarrollas plantean el tema del deporte, como elemento de prevención para las grandes calamidades que abaten a países como el nuestro, como la drogadicción, la delincuencia, el pandillerismo, la desintegración familiar y la deserción escolar.

Un amigo pecenista me dijo ¿valdrá la pena estar hablando de deportes, cuando dos partidos políticos podrían perder hasta sus nombres, siendo tan importantes en la vida de la Nación? Pero que diría de esto el pueblo común y corriente.

Me dijo un alcalde con mucha frescura: “Que puede cambiar nuestro país, porque unos cipotes practiquen o no deporte en sus escuelas, si primero no fortalecemos a nuestras instituciones”, aunque yo diría a las personas que las codician.

Pero este alcalde a lo mejor cambiaría de idea si fuera a una escuela pública de su comunidad y se diera cuenta que hay muchachos haciendo deporte a pesar que a sus padres les están cobrando la renta o de que semanas antes les han matado a un ser querido.

Varios políticos y funcionarios de gobierno, antes de ser gente importante, deben haber sentido esa fortaleza espiritual que se vive en el deporte, que a lo mejor desaparece cuando ya se es funcionario o empresario, pero al menos no deberían olvidar que algún día fueron niños, jóvenes o sencillamente pobres, a quienes a lo mejor el deporte les dio grandes satisfacciones y mucha felicidad.

En esta situación política tan tensa que vive la República, los diputados, los magistrados, los ministros, los empresarios y hasta el Presidente Funes, deberían darse un respiro desestrezante no solo viendo a la “selecta” que por lo menos representa la “garra, el carácter, la lucha y el trabajo del pueblo cuscatleco”, sino haciendo deporte, hablando de deporte o conociendo de deporte.

Entonces verán cómo esta noble actividad puede servir de modelo e inspiración en la toma decisiones a favor de la colectividad o en la competencia normal y saludable que debe haber entre partidos políticos que enriquecen a las democracias exitosas del mundo.

Nuestros gobernantes deberían distraerse un poco leyendo sobre la Política Nacional de Deporte, que es una materia pendiente en este país, porque hay que involucrar a esta actividad en todos los estamentos gubernamentales, para hacer de El Salvador un pueblo más saludable y feliz.

Señores diputados y funcionarios de gobierno, investiguen que espíritus mágicos se mueven en esos núcleos deportivos de niños y jóvenes que se crean en los parques, en los cantones y las escuelas públicas y se fortalecerán espiritualmente, porque solo así comprenderán que la vida no es solo tener poder, manejar la política y la economía, sino que también es simplemente, poder servir.

Luis Rios.

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