miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los políticos deben interpretar el mensaje que les mandan desde la playa.



El gobierno de la República y los políticos de la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia, deberían de interpretar el profundo mensaje que les han mandado los futbolistas de playa, sobre el impacto patriótico y nacionalista que tiene el deporte y de la necesidad de aumentar su presupuesto, lo cual no se ha podido lograr ni con la grandiosa fiesta deportiva que se vive actualmente en el país con los juegos estudiantiles del CODICADER, ni mucho menos con la decepción que se sufre en el fútbol 11, que apasiona a millones de salvadoreños.

   Todo ese fervor patriótico que ha despertado la emblemática actuación de los futbolistas de playa, coincidiendo con la fiesta cívica del país en el mes de septiembre, debería sensibilizar a los gobernantes y políticos de turno, para que se cambie la visión hacia el deporte y lo conceptualicen como un modelo de desarrollo social y económico de El Salvador, como lo ven ahora las naciones desarrolladas del mundo.

   Esto permitiría adoptar una política de Estado que integre al deporte con las áreas vitales de desarrollo nacional, como la educación y la salud, para que esta actividad realmente impacte en la formación de la niñez y la juventud y no solamente sirva como estrategia de promoción de proyectos preventivos o para la realización de actividades recreativas a favor de la juventud, como lo están haciendo muchas entidades, dilapidando recursos que bien podrían ser planificados y coordinados por el ente rector del deporte en El Salvador.

   Por ejemplo, el viernes pasado me encontré a un buen número de trabajadores del proyecto denominado Pro-Jóvenes, haciendo un torneo relámpago de fútbol en el Cafetalón, de Santa Tecla, que se suspendió porque las niñas de dos escuelas públicas se agarraron a golpes.

   En ese mismo lugar, la Alcaldía de Santa Tecla, ya patrocina 7 torneos diferentes de fútbol (de escuelas, infanto-juveniles, libres, papis, femenino, etc.) y el Instituto Nacional de los Deportes (INDES), ha ampliado a todo el departamento de La Libertad, la participación escolar en los juegos estudiantiles. Pero viene otra entidad, a gastar en algo que no saben hacer.
   La increíble demostración de civismo que despertó la gran actuación de estos atletas formados en la playa, que comenzó a jugar recreativamente hace 20 años, sin imaginar que la FIFA oficializaría esa modalidad por su gran potencialidad comercial y turística, sociológicamente puede interpretarse como la reacción de una población hacia ese enorme sentimiento de frustración que se vive con el deporte más popular de este país en su modalidad de fútbol 11.

   La  enciclopedia Wikipedia, dice sobre el fútbol de playa, que “Este deporte tiene como objetivo el ocio y el espectáculo, más que la competitividad”. Por esa razón, agrega, “se incluyen jugadores profesionales que han sido figuras del fútbol 11, lo que ha hecho que sea el deporte de más  rápido crecimiento comercial y como espectáculo internacional”.
   Obviamente en esto tienen mucho que ver las grandes transnacionales hoteleras instaladas en esas paradisiacas playas, incluyendo la promoción de productos y ciudades como Copacabana, Miami, Marsella, Dubái, Ravena, Tahití, pero eso es normal como parte comercial de todo deporte.

  Pero este análisis no es para hablar sobre los intereses que tuvo Joao Havelange, entonces presidente de FIFA, para oficializar esta modalidad de fútbol y hacer el primer torneo mundial en Copacabana 1994, sino la de exaltar una honrosa proeza, muy particular, de un grupo de jóvenes pescadores, que la amistad, el tiempo y el destino ha convertido en deportistas de talla mundial y además explicarnos el porqué toda una Nación reacciona ante este ejemplo, siendo una forma de protesta para el fútbol federado y ante la indiferencia con que nuestros gobernantes y políticos ven el desarrollo deportivo de nuestro país.
  La teoría del pueblo es que si estos jóvenes han podido llegar tan lejos ellos solos, porque no puede hacerlo el fútbol 11 con tantos recursos que genera.

   La emoción y la gratitud nacional hacia estos jóvenes del fútbol de playa, también hará  que surjan toda clase de ideas como producto de esta enorme emoción patriótica, como por ejemplo, que se construyan canchas de arena por todo el país y una liga profesional financiada por el Estado, para pagar a los futbolistas, para masificar esta modalidad.
    Ojalá que nuestros políticos, que buscan sacar provecho de cualquier triunfo deportivo, no salgan con alguna locura como esa y hasta ya estén pensando en una “Ley de Desarrollo del Fútbol de Playa”, como lo hicieron en el 2001, cuando dieron dinero al balompié con lo cual terminaron de corromper y politizar las estructuras del fútbol federado.

   Cuando discutimos con Beto Torres, ex -presidente de la FESFUT, allá por el 2002, la implementación del fugaz Plan Nacional de Desarrollo del Fútbol, vimos con agrado, el incorporar las modalidades de playa, femenino y sala a dicho desarrollo, pero porque además era un mandato de FIFA, que había destinado dinero para ello.
   En ese entonces, se decidió trabajar paralelamente en la promoción y desarrollo de estas modalidades, pero enfocando el mayor de los esfuerzos en el fútbol 11, porque lógicamente, si no habíamos logrado un mínimo desarrollo en el fútbol menor y profesional, como íbamos a concentrarnos en las ligas especiales. Esto tiene vigencia para este momento.

   O sea que FIFA le dijo a la FESFUT que tenía que promover el fútbol de playa y casualmente ya había algunos lugares, como Usulután, donde grupos de costeños acostumbraban a jugar en la playa, que son por cierto, los actuales héroes de Ravena, Italia. Pero ¿Se estarán formando empíricamente nuevos futbolistas en la playa? Parece ser que la delincuencia ya no permite que los jóvenes jueguen tan libremente en las playas como antes.
   Recuerdo que en esa época, en el Puerto de La Libertad, los técnicos de la ADFA de La Libertad, tuvimos que trabajar junto al alcalde de ese lugar, literalmente “jalando y paliando arena” en la construcción de una cancha, para realizar un torneo en la playa El Obispo, mientras el Prof. Israel Cruz, hacia lo mismo en Usulután.

   En la sala de mi casa guardo con mucho cariño una medalla de esa primera gesta de playa federada que se hizo en ese lugar.
   Pero nadie puede decir que estos jóvenes son productos de procesos sistemáticos, si estos procesos no existen ni en las ligas menores o profesionales. Tampoco es justo que dirigentes, entrenadores o políticos quieran ahora “sacar pecho”, aprovechándose de estos triunfos que son exclusivos de estos jóvenes, que orgullosamente son humildes pescadores, como héroes  también lo son millones de trabajadores que sobreviven sub-empleados o con 5 dólares diarios.

   El apoyo que la FESFUT dice tener ahora para el fútbol de playa, ha sido porque dos miembros del directorio que llegaron por las ADFAS, ya no los quieren en estas asociaciones y están previendo llegar ahora a través de esa la liga especial al nuevo directorio de la FESFUT en el 2014.

  Ojalá que también incluyan a los entrenadores y ex -jugadores de fútbol.
Luis Ríos.

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