Si las personas mayores se visten, viven y hablan como lo hicieron en su apogeo, ¿les puede ayudar a sentirse más joven y más en forma?
¿Será que ese desacelere que viene con los años es imaginario? Para averiguarlo, convencí a seis celebridades de edades comprendidas entre 76 y 88 a para que vivieran en mi laboratorio científico: una casa de campo decorada en el estilo de los años '70.
El proyecto fue diseñado como un seguimiento a un primer experimento realizado por la profesora Ellen Langer, de la Universidad de Harvard.
Abrir nuestras mentes a lo que es posible puede conducir a una mejor salud, sea cual sea nuestra edad
En 1979, Langer estaba investigando en qué medida el envejecimiento es producto de nuestro estado de ánimo. Para explorar esta posibilidad, ella y sus estudiantes realizaron un experimento que llamaron el "estudio en sentido contrario a las agujas del reloj". Se trataba de tomar un grupo de personas de edad avanzada y ponerlas en el mundo de 1959.
La pregunta que quería responder era, si llevamos la mente 20 años atrás, ¿reflejará el cuerpo este cambio?
Nuestro experimento tenía ambiciones similares: hacer que un grupo de gente se sienta más joven al recrear el mundo que dejó atrás hace 35 años.
Nuestros voluntarios fueron los actores Liz Smith (88), Sylvia Syms (76) y Lionel Blair (78), el árbitro de cricket Dickie Bird (77), el presentador de noticias Kenneth Kendall (86) y el ex editor del diario Daily Mirror Derek Jameson (80).
Aceptaron vivir en nuestra cápsula de tiempo por una semana, durante la cual vestían ropa en los años 1970, dormían en las réplicas de sus propias habitaciones en esa época, veían televisión de esa era y hablaban de 1975 en el tiempo presente.
Resultó ser una experiencia fascinante, pero el agotadora, tanto para los experimentadores como para los conejillos de indias.
A su suerte
Desde el principio les dejamos claro a nuestros voluntarios que se esperaba que cuidaran de sí mismos.
Investigaciones en ancianatos muestran claramente que darle a los residentes el control de sus propias vidas y decisiones tiene un impacto muy beneficioso en la salud y la felicidad. En un estudio, los residentes a los que se les permitió elegir una planta para cuidar, y cuándo y dónde recibir a los visitantes, 18 meses más tarde estaban significativamente mucho más alegres, activos y alerta. También eran mucho más propensos a estar vivos.
Algo más acerca de nuestra casa estilo '70s fue que estaba llena de desafíos físicos. Había alfombras felpudas con las que enredarse, desniveles con qué tropezarse y linóleo en el cual resbalarse.
La investigación en ratones ha demostrado que los que habitan un entorno difícil viven cerca de un 30% más que los que en un entorno seguro pero aburrido.
En ese espíritu, a su llegada, los voluntarios tuvieron que cargar sus maletas por las escaleras y hasta sus habitaciones. Fue la primera vez en mucho tiempo que habían sido forzados a hacer algo así y no estaban contentos. Pero aceptaron el reto.
Cuando comenzaron en la parte inferior de la escalera, un par se empecinaron en que no iban a ser capaces de hacerlo. Observando desde un primer laboratorio, era difícil resistirse a ir en su ayuda.
Poco a poco, paso a paso, lo lograron.
Más que retarlos a hacer un esfuerzo físico los obligamos a cuestionarse si quizás eran físicamente más capaces de lo que ellos mismos habían dado crédito.
Pensarse distinto
Fue un inicio difícil, pero un elemento central del experimento original de Langer es la idea de que nuestras preconcepciones juegan un papel muy importante en la manera cómo percibimos el mundo, y cómo nos percibimos a nosotros mismos.
Mediante la inmersión de nuestros voluntarios en el mundo 1970, esperábamos hacer que se concibieran como más jóvenes, más en forma y más saludables.
Para muchos de ellos, los años 70 había sido una década de oro, un punto culminante de su carrera.
Llevamos al ex árbitro Dickie Aves, al estadio Lord’s (la catedral del cricket). Mientras caminaba por el túnel, hacia el terreno de juego, floreció antes de nuestros ojos.
Dickie sufrió un derrame cerebral, estuvo 18 meses enfermo, perdió la confianza y terminó pensando que era un anciano. A finales de la semana, su confianza estaba de vuelta y mostró una mejoría notable a través de una serie de pruebas, incluyendo la memoria y la resistencia.
Grandes cambios
Durante la semana le dimos a todas las celebridades tareas para hacer, pero también las dejamos a su suerte.
Por un máximo de 12 horas al día, los observabamos a través de nuestras cámaras de vigilancia y, al igual que Langer había descubierto todos esos años antes, notamos grandes cambios.
A mitad de la semana, Liz Smith subió 148 escalones con la ayuda de un solo bastón. Para alguien que no había caminado sin dos bastones desde su derrame cerebral -y que a menudo dependía de una silla de ruedas- fue un verdadero avance.
Liz ya no estaba dispuesta a ser limitada por las restricciones físicas que había impuesto a sí misma.
Al final de la semana sometimos a nuestros conejillos de indias a la misma batería de rigurosas pruebas físicas y psicológicas que al principio. Memoria, estado de ánimo, flexibilidad, resistencia e incluso la visión había mejorado en casi todos ellos.
Los resultados no fueron uniformes, pero en algunos casos, se despojaron de hasta 20 años en su edad biológica aparente.
Terminó siendo un caso convincente para reforzar el argumento de Ellen Langer de que abrir nuestras mentes a lo que es posible, puede conducir a una mejor salud, sea cual sea nuestra edad.
Michael Mosley
BBCmundo.com
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