Por Luis Ríos
Carlos Méndez Cabezas, Presidente de la Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT), dijo la semana pasada que “apreciaba la crítica constructiva”, lo cual es justamente lo que distingue a un buen dirigente, pero además, tendría que salirse de ese “círculo vicioso” que lo tiene atrapado en esa federación y escuchar otras opiniones técnicas, si está buscando la reelección en uno de los cargos más difíciles de la vida pública de El Salvador.
La eliminación de nuestra selección sub-23 nos ha dolido a todos profundamente, porque sinceramente yo no creo que alguien se alegre de la derrota de nuestros muchachos, solo porque “le desee un mal a esa federación”.
Sin embargo, como entrenadores, sabíamos perfectamente que no éramos favoritos de un torneo donde había equipos con mejores procesos que el nuestro. Quizá muchos esperaban menos de este grupo, pero para sorpresa de todos, gracias a Dios, cayeron con la frente muy en alto.
Yo le pido a Méndez Cabezas, que analice a fondo como es que se ha logrado formar este grupo de jóvenes talentos, que si bien es cierto nada tiene que ver con ningún proceso de Rubén Israel, Carlos de los Cobos, “Tuco” Alfaro o de cualquier otro técnico, tampoco es producto de una “generación espontánea”.
Si el actual presidente de la FESFUT, desea buscar su reelección, es importante que haga este tipo de evaluaciones y que revise como en los años 2002, 2003 y 2004, se descubrieron a varios de estos jóvenes en las selecciones departamentales sub-13 y sub-15, que se formaron dentro del Plan Nacional de Desarrollo del Fútbol, que fue desechado en el inicio de Rodrigo Calvo en el 2006.
En su momento, denuncie las graves consecuencias que esto traería, porque fui parte del inicio de este frágil proceso en el año 2002 e incluso tuve en “mis manos” a varias de estas promesas del fútbol, por lo cual estaba plenamente seguro que se había truncado la endeble formación que apenas habíamos comenzado.
Por un lado, el grupo que había iniciado a los 15 años --aunque ya un poco tarde-- quedó reducido en el 2006 a un equipo sub-17, que trabajaba esporádicamente y fue eliminado bajo la dirección técnica de Norberto “El Pájaro” Huezo, a pesar de tener el mejor equipo de ese certamen eliminatorio tal como lo reconocieron los técnicos rivales, mientras los otros grupos de talentos que tendrían que haber venido en los años sucesivos detrás de ellos, como la sub-13, ya no aparecieron porque las posteriores selecciones se integraron haciendo “recogida de jugadores” o prestándole talentos a FESA.
En esta selección que ahora es sub-23, se incorporaron jugadores formados por FESA, o sea que, si tenemos deportistas de un “proceso fallido” que se inició en la FESFUT en el 2002 y se “tiro a la basura” en el 2006 y si agregamos a este grupo, a los muchachos que han sido formados en FESA, puedo asegurar entonces, que esta selección sub-23, que será la base para las eliminatorias mundialistas del 2014 y 2018, no es simplemente el producto de una “generación espontánea”.
Desde su descubrimiento, estos jóvenes fueron al menos orientados para llegar al “alto rendimiento” por la FESFUT, en ese Plan Nacional de Desarrollo (lo cual puedo demostrar con la planificación técnica elaborada en esos años, donde los tengo con nombre y apellido) o por FESA, que con su excelente trabajo ya está aportando talentos para el fútbol nacional.
Señor Méndez Cabezas, entonces yo le pido que comprenda que si con un “medio proceso” hemos sido capaces de conformar un grupo muy talentoso y con un gran futuro, como este que acaba de ser eliminado por Honduras, más por cansancio que por buen fútbol ¿que podríamos esperar dentro de unos 10 años, si retomamos con mucha responsabilidad un nuevo proceso formativo?
Pero además, se tendría que reiniciar con el proyecto de la Escuela Nacional de Entrenadores de Fútbol, porque no se puede elevar el nivel competitivo de nuestro fútbol, ni desarrollar ningún Plan Nacional de Desarrollo, sino capacitamos un buen contingente de profesores especializados en las áreas pedagógicas del fútbol.
Necesitamos formar estos “profesores de fútbol” y a verdaderos directores técnicos para el balompié profesional y selecciones nacionales, con un perfil altamente profesional, que eleve el prestigio y la imagen del deporte más popular de El Salvador, para que no tengamos que gastar tanto dinero en entrenadores extranjeros.
Y no me refiero al manejo táctico de los equipos o al tipo de entrenamiento que hacen en el fútbol profesional o de selecciones nacionales, sino de manera general, a integrar a nuestros entrenadores, para que sean los bastiones principales de una verdadera profesionalización del balompié en todos sus componentes científicos, como lo demanda ahora el fútbol moderno.
Esto no quiere decir que la visión táctica de un entrenador no tenga importancia, si al fin de cuentas eso es lo que muchas veces decide un partido o en este caso una eliminatoria olímpica, porque está plenamente demostrado que para poder tener “lectura de juego” y hacer los cambios y variantes en el momento preciso, no solo se necesita haber jugado “profesionalmente” o en mundiales de fútbol, sino también se requiere de olfato, valentía, personalidad y carácter, lo cual da el estudio, la experiencia, la cultura general y el conocimiento de la táctica y estrategia del fútbol internacional. Algunos aficionados o periodistas llaman a esto “un buen cambio”, suerte, fortuna, jugadas circunstanciales, etc., etc.
Por ejemplo, en el partido del sábado contra Honduras, yo les dije a los profesores que están estudiando para entrenadores en el departamento de La Libertad (y ahora después del juego todavía es más fácil decirlo), que si los catrachos ya habían perdido por completo la media cancha en el segundo tiempo, el entrenador cuscatleco debía reaccionar cuanto antes y en lugar de seguir enfrentando la “fuerza con la fuerza” -con lo cual lógicamente saldríamos perdiendo-, por más contenciones que tuviéramos en el terreno de juego como Diego Chavarría-Richard Menjivar o Darwin Cerén, tenía que intentar cambiar el juego con destreza, habilidad e inteligencia, como en su mejor expresión lo hace el Barcelona en el fútbol mundial.
En esas circunstancias, el técnico debió buscar en ese preciso momento la definición del juego --antes que los catrachos retomaran nuevas fuerzas-- metiendo a dos de los mejores volantes creativos que tiene el fútbol nacional y que estaban en la banca (Herbert Sosa y Edwin Sánchez), para que, sin dejar de buscar siempre la posesión de la pelota, esto se hiciera con mejores opciones técnicas de llegada, en base a la dinámica y movilidad de esos talentosos volantes, porque con ello tendríamos más claridad ante la portería rival y mejores opciones de gol, con lo cual se hubiera liquidado el partido, como repito, antes que los hondureños tuvieran posibilidades de reaccionar.
A eso es lo que se llama “lectura del juego”, pero no después de los partidos como lastimosamente ahora lo estoy haciendo, sino en el instante preciso, porque en este caso, cuando se hicieron estas variantes tácticas, faltando unos 10 minutos, ya fue demasiado tarde.
Sr. Méndez Cabezas, es importante que tomemos experiencia de esta selección sub-23 y con el poco dinero que se tenga, por favor, cambiemos las prioridades de la Federación de Fútbol.
Definitivamente señor Méndez Cabezas, yo creo que fue un fracaso el nombramiento de los 3 representantes de esas asociaciones departamentales en el actual directorio, por lo cual, si desea una reelección, yo creo que su principal misión debe ser en este momento, buscar el apoyo de los mejores hombres de estas adfas, como por ejemplo Moisés Ramírez, de San Salvador o Raúl Valladares, de La Libertad, que desde hace tiempo se vienen capacitando para iniciar con un nuevo Plan Nacional de Desarrollo de Fútbol.
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