Luis Ríos
La mayoría de analistas o técnicos deportivos, creímos que la debacle de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, provocaría cambios en la dirigencia deportiva, los cuales darían paso a nuevas personas que entiendan que el deporte se transformó desde hace rato y que para su desarrollo, en lugar de amigos y compadres, se necesita a entrenadores calificados que nos saquen de esta mediocridad.
La mayoría de analistas o técnicos deportivos, creímos que la debacle de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, provocaría cambios en la dirigencia deportiva, los cuales darían paso a nuevas personas que entiendan que el deporte se transformó desde hace rato y que para su desarrollo, en lugar de amigos y compadres, se necesita a entrenadores calificados que nos saquen de esta mediocridad.
A lo mejor estos cambios se inicien en este mismo 2012, cuando habrá mucha competencia internacional, porque los fracasos pueden traer consigo repercusiones positivas, aunque Dios sabe que no le estamos deseando mal a nadie.
Los dirigentes deberían de capacitarse y estudiar como ha venido evolucionando la historia del deporte mundial, aunque lógicamente algunos son expertos en esta materia.
El origen de la actividad física se encuentra en las castas privilegiadas de los imperios antiguos, pero las sociedades, especialmente de las naciones que ahora son llamadas “desarrolladas” o del “primer mundo”, con la ayuda de la ciencia, la convirtieron en una práctica masiva para toda su comunidad.
El deporte, como lo conocemos en la actualidad, tiene sus raíces en el antiguo deporte griego, quienes ya ponían mucho interés en la alimentación, régimen de vida y performance de los atletas.
Fue esta cultura griega la que plantó los cimientos básicos para alcanzar un mayor rendimiento deportivo a través de sistemas de entrenamiento, aunque en esa época los conocimientos sobre biología, fisiología, anatomía, sicología, etc., no tenían los avances que ahora nos permite el estudio científico del deporte.
Los mismos humanistas que influenciaron el desarrollo de los países en los siglos 18 y 19, amparados en los estudios de biología, comprendieron que una de las tendencias más notables de la personalidad humana era el ejercicio. Se reconoció el movimiento o juego como una las mayores posibilidades para satisfacer las necesidades intrínsecas del ser humano.
Inglaterra fue el primer país que nos legó el primer método de entrenamiento a principios de 1900, que se llamó “footing”. Los estados Unidos, mejoró este sistema y dosificó el entrenamiento en distancias parciales a recorrer, con tiempos de recuperación, que se conoció como de “intervalos”.
Pero Europa (Finlandia), no se quedó atrás y comenzó a poner en práctica el “Sprint” y “Tempo-training”, con los cuales incrementaban la cantidad e intensidad del trabajo, teniendo gran éxito con fondistas o corredores de largo aliento que dominaron en esa época, como Kolehmainen, Pinkale, Nurmi, etc. Suecia se vio influencia por esos sistemas y puso de moda su propio método llamado “Fartlek”.
Después aparece el “interval-training”, que somete al atleta a un esfuerzo controlado, dando una recuperación establecida de antemano, donde una de las figuras más adictas a este sistema de entrenamiento fue el gran Zatopek.
Muchos estudios médicos, dieron vida a la escuela de Friburgo, en la que se trata esencialmente de alternar los entrenamientos de “intervalos” con los “tempo-training”.
Por los años de 1960, de nuevo se popularizan los entrenamientos donde se utilizan los recursos que nos ofrece la madre naturaleza, como las dunas, los bosques, el mar, etc.
Lo importante de toda esta historia del deporte para nuestro país, es que los dirigentes entiendan que desde tiempos antiguos, los sistemas de entrenamiento han ido cambiando y se han especializado para acomodarlos a las características individuales de las personas o de cada deporte en particular.
En el fútbol por ejemplo, un 95% de entrenadores son autodidactas, porque no obstante que existe una Asociación de Entrenadores (AEFES), que los gradúa a través de cursos que van desde el “monitor” o clase “D”, luego clase “C”, “B”, “A”, hasta llegar a Instructor, no es una carrera sistematizada que tenga un seguimiento coherente, ascendente y programático, por lo cual la enseñanza es muy generalizada y la mayoría de técnicos tienen como base lo que vieron o absorbieron en su época de jugador.
A esto hay que agregar que en los últimos años, ya no ha sido una exigencia que los entrenadores de fútbol, además de haber jugado fútbol, sean bachilleres o profesores de educación física, situación que la actual Junta directiva de dicha Asociación está tratando de solucionar.
Según voceros de esta Asociación, hay cientos de técnicos que se graduaron en los últimos 3 años, que no recibieron ni tan siquiera las materias completas, ni fueron evaluados. Como puede verse entonces, la situación es muy grave para el fútbol nacional, porque ni la misma Federación de Fútbol exige ahora que los técnicos tengan el respectivo escalafón para trabajar en el fútbol profesional, ni muchos menos en sus propios proyectos de selecciones nacionales y ADFA´s.
En el fútbol, muy pocos dirigentes deportivos cuentan con capacitación para diferenciar los perfiles que los técnicos necesitan en las distintas facetas del balompié (ligas menores, profesionales y selecciones), lo cual les permita “leer” una planificación técnica o estructurar proyectos de capacitación, como un empresario dirige su fábrica, ya que éste no arriesga sus intereses poniendo a un carpintero en la oficina de recepción o a un motorista como jefe de personal.
Por eso en la primera división, por ejemplo, estos dirigentes han formado una “argollita” de unos 15 entrenadores que están rotando entre sus equipos, lo cual no da paso a otros técnicos que conozcan de nuevos métodos, especialmente en las canteras menores, que es donde el fútbol debe iniciar su renovación.
Por eso México, Costa Rica o Estados Unidos, siguen sacando ventaja con esta nueva visión de trabajo en el fútbol. Guadalajara acaba de contratar como coordinador deportivo a Johan Cruyff, que ya hizo esa la labor formativa también en el Barcelona de España.
Siendo el entrenamiento deportivo un proceso estructurado temporal y racionalmente orientado a incrementar el rendimiento del individuo a nivel físico, psíquico y cognitivo, obviamente la persona que trabaje en ello necesita mucha especialización, por lo tanto, es ridículo por ejemplo, que una federación ponga en un proyecto de “desarrollo de talentos” a un amigo o a un compadre o por el simple hecho que haya brillado en cualquier disciplina deportiva.
Los procesos futbolísticos, como en todo deporte, inician en los equipos infantiles, escuelas de fútbol, pasando por selecciones menores (hasta los 20 años que todavía están en un período formativo), cuyos entrenadores, incluyendo a los coordinadores de dichas selecciones, deben tener una base de conocimientos que esté relacionada con estos procesos, que garanticen al atleta un camino correcto en su ruta hacia el alto rendimiento.
Para alcanzar esta alta competencia, los procesos deben involucrar a muchas ciencias auxiliares del deporte, pero no incluidas o trabajadas segmentariamente, como se hace también con las áreas física, técnica y táctica, sino tratando de abarcar simultáneamente todos los factores de entrenamiento (método global), porque se ha demostrado que con una preparación unilateral especializada, mientras se progresa en un sector, se regresa en otro y la magnitud de esa pérdida de condición general se aumenta proporcionalmente en relación con el tiempo en que se está realizando únicamente una actividad específica.
Los entrenadores de los equipos profesionales o de selecciones mayores que trabajan en El Salvador, ponen más énfasis en el área táctica, por eso, no obtienen resultados en relación al trabajo realizado, porque no existe esta eficaz distribución entre las cargas de trabajo y los tiempos de entrenamiento.
Esto quiere decir, que no existe una estrecha relación entre el contenido, cantidad e intensidad de los entrenamientos y la exigencia de la competición. En consecuencia, el deportista permanece años y años en las mismas condiciones sin progreso evidente, porque a esto sumémosle la pésima educación física de base que el atleta trae consigo.